Si no existieran lo teléfonos móviles
iríamos por la calle
mirando como beben las palomas
en las fuentes del parque.
Si no existieran los televisores
los cuadros del salón serían
paisajes mágicos
a donde viajarían nuestros sueños
en busca de poemas vagabundos.
Si no existieran las videoconsolas
los inquietos infantes gastarían
todas sus energías
en perseguir muchachas de risa cristalina.
Si no hubiera automóviles en la ciudad
iríamos por las calles
pisando los charquitos que la lluvia
se dejó entre el asfalto
en medio de las amplias avenidas.
Si no existieran los ordenadores
te llegaría una carta de amor cada mañana
con aromas intensos y lejanos
diluidos en lágrimas de tinta.
Si no tuviéramos las prisas que tenemos,
iríamos por el mundo
mirándonos en las otras miradas
para coleccionar sonrisas e ilusiones
y hacernos millonarios en amigos.